La barrilla
Después de haber explorado los alrededores de La Antigua, me puse en camino hacia Santa María de Betancuria, la antigua capital, fundada por Jean de Béthencourt. Basta con atravesar una montaña de vertientes muy escarpadas para pasar de una localidad a otra. Esta montaña produce gran cantidad de ficoideas, planta de hojas gruesas, llenas de un líquido acuoso que contiene mucha sosa. Hasta el sur de la isla abundan las plantas de esta familia. Hace muy pocos años se extraían de ellas cantidades considerables de sosa, objeto de un importante comercio. La extracción de este producto era muy simple: se limitaban a quemar las plantas, después de haberlas secado, y regar las cenizas con agua, apisonándolas con ayuda de un mazo.
El precio de este producto ha bajado en una proporción enorme y la sosa de Fuerteventura, tan buscada anteriormente, no encuentra ya salida. Los isleños, tan poco ingeniosos cuando se trata de industria o incluso de agricultura, ejercieron su inteligencia para encontrar procedimientos de falsificación y lo consiguieron. Uno de los más empleados consiste en meter piedras en el interior de los bloques. Los falsificadores han destruido esta rama de la industria indígena y, al mismo tiempo, han arruinado a una multitud de desgraciados que fabricaban a conciencia su sosa y que, a pesar de su bajo precio, sacaban una remuneración razonable.
René Verneau, Cinco años de estancia en las Islas Canarias (1891)
Traducción de José Antonio Delgado Luis