Medianeros de Fuerteventura
Las tierras están arrendadas a medianeros a cambio de la mitad del producto de sus cosechas, conservándose una suerte de aparcería medieval. Un mayordomo, que por ende posee las mejores tierras, recoge y reúne en cada localidad el producto de los campos de labor. A su vez varios de estos mayordomos entregan el cereal que producen las fincas del propietario a un mayordomo de cortijo, quien vive en una majestuosa mansión, alrededor de la cual, cosa que también se ve en torno a las casas de los pocos naturales adinerados, se encuentran esos pajeros tan característicos de los pueblos de Lanzarote y Fuerteventura; estos se componen de hacinas o montones de cereal en forma de pan de azúcar con las paredes hachas de paja trillada y desmenuzada, la cual se apelmaza y endurece por efecto del tiempo y de la lluvia hasta tal punto que los pajeros suelen durar más de cien años. En su interior se almacenen los granos de cereal.
El techo de estos pajeros, dispuestos en patios cercados y vigilados por perros normalmente muy fieros, se pueden levantar, para seguirlos llenando; para vaciarlos se emplea una abertura que está en la parte inferior y que se tapona con paja. Luego un apoderado general se encarga de recibir todo el cereal procedente de las fincas del propietario, reparte entre los medianeros el que va a usarse como semilla y vende el resto. Este apoderado es el único que trata de negocios con el propietario.
Karl von Fritsch, Las Islas Canarias: Cuadros de viaje (1867)
Traducción de José Juan Batista y Encarnación Tabares