Consecuencias del viaje a Canarias
Ya antes de viajar a Canarias Lyell se había referido a la geología de La Palma en la tercera edición de sus Elementos de Geología, de 1851, siguiendo la descripción de von Buch. Durante el viaje de regreso de su expedición a las Islas empezó a escribir sobre el trabajo de campo realizado. Había encontrado apoyo suficiente en su estudio de la Caldera de Taburiente para rechazar la teoría de los cráteres de elevación; lo complicado era determinar el grado respectivo de importancia de las erupciones y de los terremotos en su configuración actual. El esquema general de Lyell sobre la Caldera era que consistía en un gran cono volcánico formado por múltiples centros de erupción. En su cuaderno escribió:
Probablemente von Buch tenía razón al asumir que el conjunto, o al menos la mayor parte de la fuerza que inclinó los estratos fue posterior a la erupción original de lava, pero se equivocaba al pensar que fue posterior a la inyección de los diques
Para Lyell la causa de los levantamientos había sido precisamente la inyección de los diques; por su cuaderno de notas podemos comprobar que esta tesis se hallaba influida por el estudio que el geólogo estadounidense James Dwight Dana había realizado en Hawai sobre las erupciones del Mauna Loa y el Mauna Kea.
Cuando preparaba la quinta edición de su Manual of Elementary Geology para incluir sus consideraciones sobre la geología de Madeira y de Canarias Lyell aprovechó para distanciarse de las opiniones de Élie de Beaumont sobre la inclinación de las coladas de lava, que hasta entonces había admitido, escribiendo:
He aludido a una opinión sostenida por algunos valiosos geólogos acerca de que la lava no puede adquirir ningún grado de solidez si fluye por un declive superior a 3º. Creo que esta doctrina es errónea. La lava que fluyó desde el cono de Llarena, cerca del Puerto de La Orotava, en Tenerife, es muy columnar en ciertas partes y había descendido una pendiente de 6º. Otra colada de aspecto reciente cerca del pueblo de El Paso, en La Palma, tiene una inclinación general de 10º…
En el Manual Lyell incluyó dos secciones de la Caldera dibujadas a escala por Hartung, mostrando la estructura volcánica de la isla y su historia. Afirmaba también que el anfiteatro rocoso de Las Cañadas, que rodea la base del Teide, era el remanente de un volcán más antiguo y más grande que se había erigido en el mismo lugar del Pico. Sus cuadernos de notas no contienen ninguna especulación acerca del destino de ese volcán; no sabemos si creyó que había desaparecido mediante la erosión durante millones de años o como resultado de erupciones explosivas.
Conclusión
Durante un viaje a Berlín en 1855, Lyell supo por el químico y cristalógrafo Eilhard Mitscherlich que este y sus alumnos habían comprobado en el volcán Stromboli la existencia de coladas recientes de lava formando estratos de roca compacta de más de cien pies de espesor con inclinaciones desde 15º hasta 29º; con ello quedaba definitivamente arrumbada la tesis de Beaumont sobre la imposibilidad de que las coladas de lava se solidificaran en laderas escarpadas. Lyell, que tenía pensado regresar a Canarias con Hartung para seguir estudiando su vulcanismo, cambió de idea y decidió estudiar de nuevo, casi treinta años después de su primer viaje, los volcanes sicilianos.
En octubre de 1857 los Lyell viajaron a Nápoles para observar el Vesubio, por entonces en erupción, y luego se trasladaron a Catania, donde dedicaron dos semanas a estudiar las coladas del Etna, encontrando espesos estratos de lava solidificada en pendientes desde 26º hasta 38º, y posteriormente, en el valle del Bove, desde 44º a 50º. En septiembre de 1858 Lyell regresó a Sicilia y pasó cinco semanas investigando la estructura del Etna, comprobando que las lavas más antiguas eran idénticas a las más recientes. Su teoría de que el volcán se había formado a partir de un centro principal de erupción en Trifoglietto echaba por tierra las tesis de Beaumont. En la edición del Manual de 1858 escribió:
Si tal es la estructura del Etna […] debemos abandonar la hipótesis del cráter de elevación, porque un cono de erupción puede cubrir y enterrar a otro, pero es imposible que un cono de elevación tape y aplaste a otro…
La profunda influencia que ejerció el viaje a Madeira y Canarias sobre su concepción del vulcanismo no pudo verse reforzada por una nueva visita a estas islas. Sus numerosas ocupaciones y, sobre todo, la progresiva pérdida de la vista y la merma de sus condiciones físicas a partir de 1861, lo impidieron. Quien prosiguió sus investigaciones sobre la geología de Canarias fue Georg Hartung, que en 1857 publicó Die geologischen Verhältnisse der Inseln Lanzarote und Fuerteventura. Leyendo las abundantes cartas de Lyell a sus múltiples corresponsales se puede comprobar cómo las enseñanzas adquiridas durante su estancia en las Islas permanecieron para siempre en su memoria, integradas en su concepción general de la historia de la Tierra.