Viajeros del siglo XIX en Canarias

Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia

Duración del día

Luz diurna en el Teide

Retamas, Las Cañadas del Teide, 1944 Retamas, Las Cañadas del Teide, 1944 Desde la Rambleta vimos salir el sol. Fue un espectáculo tan memorable como el crepúsculo de la noche anterior. […] Al comienzo la luz del alba tocaba solamente el cono del Pico. Las laderas inferiores, colinas, valles y el mar se hallaban sumidos todavía en una sombra gris cuando este temprano haz de luz hizo su aparición. Pareció detenerse unos instantes sobre la rizada cresta del Teide, pero luego se movió hacia abajo con una velocidad constante a medida que el sol se elevaba. Enseguida fuimos absorbidos por él. Luego, las montañas de Gran Canaria quedaron incluidas dentro de su radio, al igual que la isla de La Gomera, muy cerca, a nuestra izquierda. A continuación las Cañadas capturaron la gloria y en un instante de éxtasis el Llano de la Retama quedó cubierto por un manto dorado. Y así, durante unos prolongados minutos contemplamos la gradual iluminación del mundo inferior, hasta que finalmente comprobamos que el sol había salido tanto para los barcos en el mar como para nosotros que nos encontrábamos a 12.000 pies de altura sobre ellos. El sol luce en el Pico casi doce minutos antes de poderse ver desde su base. Por supuesto, el día se prolonga igualmente al anochecer. De ahí que el día en el Pico sea veinticuatro minutos más largo que el día común en la latitud 28º.

Charles Edwardes, Excursiones y estudios en las Islas Canarias (1888)

Traducción de Pedro Arbona Ponce