Viajeros del siglo XIX en Canarias

Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia

Vientos de La Laguna

Niebla y vientos de La Laguna

Valle de La Laaguna y Las Mercedes, Berthelot, 1839 Valle de La Laaguna y Las Mercedes, Berthelot, 1839 Durante el transcurso del día el aire caliente asciende con el vapor acuoso desde el mar. Llegado a la altura de La Laguna, este aire se extiende y se enfría por debajo del punto de condensación del vapor, lo que le obliga a abandonar su estado gaseoso y a presentarse en forma de niebla. Entonces, en los tejados de La Laguna se reúnen las condiciones necesarias para las diferentes especies de siempreviva: la humedad, el calor y una protección directa contra los rayos del sol. La causa que determina que las nieblas se extiendan alrededor de La Laguna más que en otras partes de la isla se debe a la forma recortada de las montañas en cuyo centro está construida la ciudad, lo que permite que los vientos alisios del nordeste se mezclen con el del sur o con la brisa marina que asciende de Santa Cruz. Este viento del nordeste, que va a chocar con las montañas cercanas a la ciudad, se troca por reflexión en un viento del noroeste; en efecto, en ese lugar las astas de un molino de viento, movidas por esa corriente de aire, dan vueltas constantemente hacia el noroeste. Más abajo, a mitad del camino hacia Santa Cruz, aproximadamente a 900 pies de altura sobre el nivel del mar, se ve otro molino, pero sus astas giran siempre hacia el sur, pues la brisa marina llega hasta esa altura, y es un espectáculo realmente curioso ver a estos dos molinos en movimiento constante, aunque en direcciones completamente opuestas.

Leopold von Buch, Descripción física de las Islas Canarias (1825)

Traducción de José Antonio Delgado Luis