Vientos alisios
Los vientos del nordeste soplan con tal constancia en verano en las Islas Canarias, que se elevan como una barrera infranqueable e impiden todas las comunicaciones entre el nordeste y el sudoeste en esa época del año. Para ir de Madeira a Tenerife son suficientes dos días, pero es extremadamente difícil regresar de Tenerife o de Canaria a Madeira; para hacer este trayecto es necesario exponerse, durante un mes entero, a los peligros de una navegación muy penosa. Las mismas circunstancias hacen que haya poco hombres en la tierra que vivan tan aislados como los habitantes de El Hierro; a esa isla se puede llegar desde Tenerife en menos de un día; pero el regreso, que en verano se puede efectuar con más facilidad con la ayuda de las brisas de tierra que se extienden a largas distancias, es tan inseguro y peligroso que este viaje solo se emprende en circunstancias forzosas; con frecuencia se emplean ocho o diez días en hacerlo y, a veces, incluso tres, cuatro o cinco semanas.
Durante el invierno, un fenómeno muy notable es interesante para la meteorología es el paso de los vientos alisios del norte a los vientos del suroeste. Al principio estos vientos no se dejan sentir para propagarse a continuación hacia el norte, como se podría supones según su dirección, sino que como hemos dicho anteriormente comienzan en las costas de Portugal, luego descienden a Madeira y finalmente llegan a Tenerife y a Gran Canaria. Al mismo tiempo que avanzan de norte a sur, también descienden desde las capas altas de la atmósfera hasta la superficie terrestre; los vientos del sur siempre existen en esas capas altas, incluso durante el verano y cuando el viento del noroeste sopla con más violencia en el mar.
Hace mucho tiempo que se presumía que en las capas altas existía una corriente de una dirección contraria a la de los vientos dominantes en la superficie, y en esa presunción se basa casi por completo la teoría de los vientos alisios; en efecto, según esta teoría, estos vientos se producirían a consecuencia de la ascensión en el ecuador del aire cálido, que sería sustituido entonces por las corrientes de aire frío que llegan del sur y del norte y que van en dirección sudoeste y nordeste; al combinarse estas corrientes se produce otra que se dirige del este al oeste, pues en las bajas latitudes el aire llega a tierra animado por una velocidad mayor que la que posee.
Leopold von Buch, Descripción física de las Islas Canarias (1825)
Traducción de José Antonio Delgado Luis