Charles Lyell y Canarias

Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia

Diario - 12 de febrero de 1856

Copia de la carta a Mr. Wollaston del 12 de febrero de 1856

Malacogrphia maderiensis Malacogrphia maderiensis Te estoy muy agradecido por la lista de conchas fósiles y especialmente por haber reducido algunas de esas especies, que ahora tengo en su forma modificada. En esa lista sitúas la H. coronata (considerada como procedente de Bugio, en una cajita junto a las conchas que me prestaste) como de Porto Santo y la H. coronela como de Bugio. Supongo que la lista es correcta. A menos que escuche de ti lo contrario continuaré la lista, sin denominar los especímenes, aunque lo menciono porque ya comenté el tema de las especies a raíz de tus descubrimientos en Bugio.

Le echo muchas ojeadas anhelantes a las [de las] Desiertas y lamento que hayas extraviado o perdido fósiles de esas islas, porque me han dicho lo difícil que resulta desembarcar en ellas. Incluso Vidal perdió todos sus instrumentos náuticos y de agrimensura al volcar su barca intentando desembarcar allí, lo que fue una gran pérdida de dinero y le supuso obstáculos de otro tipo.

He estado intentando obtener, a partir de tu lista, la proporción de conchas terrestres extintas y actuales. Según las últimas correcciones encuentro en Propias de Madeira seis especies de conchas extintas (hay que excluir las babosas de tales cálculos):

  • Fósil de Helix de Canoçal, (Bodwich, 1825) Fósil de Helix de Canoçal, (Bodwich, 1825) H. bowditchiana
  • H. arcinella
  • H. delphinula
  • H. cylichna
  • Pupa linearis
  • P. abbreviata

En tu primera lista encuentro 85, incluyendo los fósiles citados, como conchas de Madeira (propias de Madeira), lo que daría entre un 7% y un 8% de especies extintas, una cantidad considerable, y de gran importancia en la cronología geológica, a no ser que reduzcamos ampliamente tal valor a partir de las consideraciones que hice en mi última carta, derivadas de la posibilidad de recientes exterminios por el hombre y las plantas y animales que le acompañan, o que siguen sus huellas.

Pero quizá alcanzaríamos una mejor estimación del cambio de los moluscos si tomamos las 35 conchas fósiles propias de Madeira como una representación de la fauna, de la que 6 se han perdido. Si pudiéramos, mediante un esfuerzo de búsqueda, encontrar 70 especies de fósiles esperaríamos hallar 12 extintas, según una ratio de un 17% aproximadamente. ¿No sería una adecuada visión de la divergencia entre la fauna fósil y la reciente?

Pero en Porto Santo hay 42 fósiles, de las cuales sólo 4 están extintas (excluyendo la lapicida), lo que da sólo una proporción del 9%, como si el cambio hubiera sido mayor en Madeira, o como si la eliminación de las especies vivas hubiera sido el doble en la isla más cultivada y en la que se han introducido al menos el triple de especies exóticas. ¿No favorece la comparación entre Madeira y Porto Santo tu teoría de las recientes eliminaciones de las especies fósiles perdidas, incluso aunque no haya esperanza razonable de encontrarlas vivas alguna vez? Un examen cuidadoso de las Desiertas sería valioso para comprobar, en una isla donde el hombre ha interferido poco, la proporción de individuos de cada especie fósil y reciente. He de imaginar que cuando los primeros colonos desembarcaron en Madeira habrían encontrado H. tiarella, muy rara en estado vivo, aunque alguna vez abundara, como prueban los fósiles.

Fósil de Helix de Porto Santo (Bodwich, 1825) Fósil de Helix de Porto Santo (Bodwich, 1825) ¿Recuerdas algo sobre las circunstancias, como profundidad, localidad, compañía u otras condiciones en las que se encontró la H. lapicida en Porto Santo? Cuando Humboldt habla de plantas de las islas caribeñas [West Indies], e incluso de canoas, arrastradas a Canarias, resulta difícil imaginar todo lo que puede haber sucedido a lo largo de las épocas, como transportar una concha del sur de Europa a Porto Santo.

Dado que hay H. pulcella y H. cellaria en el cabo de Buena Esperanza se puede asumir correctamente “a fortiori” que fueron importadas en Madeira. Supongamos que el hombre, moderno como es desde la perspectiva geológica, haya existido al menos desde hace 20.000 años, como algunos filólogos sospechan, en cuyo caso podría haber ayudado involuntariamente en tiempos remotos a la introducción de conchas en las islas atlánticas. Una canoa naufragada puede haber llegado a una isla mucho antes de que la gente primitiva que la construyó llegara a ella. La Balea perversa en un caso destacado, desde luego, y un gran descubrimiento.

Si una amplia proporción de las 13 conchas del sur de Europa que viven actualmente en Madeira hubieran sido introducidas por el hombre no sería destacable que tan pocas de las especies de Porto Santo se hayan naturalizado en Madeira y viceversa. Podemos suponer que las barcas de Baxio cargadas de caliza para los hornos de Funchal transportaran Helices, así como los botes pequeños. Aunque el hecho de la escasa fusión es a primera vista impactante y produce perplejidad, puede sacarse una conclusión de ello, favorable a la intervención humana, como principal causa de importación. Porque supongo que habría 10 o 20 veleros que llegaban de Europa a Madeira, por cada barca o bote desde Porto Santo.  Si interpreto bien tu tabla hay 136 especies de conchas vivas entre Madeira y Porto Santo, incluyendo las Desiertas, sin contar las babosas, excepto la Testacella, que tiene concha. Elimina las 13 especies del sur de Europa, la mayoría de las cuales han sido importadas, y nos quedan 123 especies.

De estas, encuentro 4 (las números 36, 63, 115 y 146) que son comunes a Madeira y Porto Santo. Si he leído correctamente tenemos entonces sólo 4 entre 123 representando la cantidad de amalgamación, mientras que en la fauna fósil tenemos 5 comunes a Madeira y Porto Santo sobre 72: la H. bowditchiana, la H. paupercula, la H. spherula, la H. compacta y la Cyclostoma lucidum.

El grado de aproximación, distinto y superior en la última, a menos que puedas explicarlo (de alguna otra manera que yo todavía no he conseguido), tiene un enorme significado, porque en el caso de las dos faunas fósiles se da un 7% en común, mientras que en la reciente escasamente alcanza el 3%. Yo deduciría de estos hechos que había una tierra de paso entre Porto Santo y Madeira en una época en la que ambas islas no se hallaban unidas al sur de Europa, luego hubo una separación y un cierto trasiego de especies entre una y otra tras ella.

Supongamos que los hechos hubieran ocurrido en sentido opuesto y las dos faunas recientes hubieran tenido un 7% en común; yo habría sospechado entonces que los primitivos asentamientos humanos habían importado conchas de una isla a otra durante un largo período anterior al desarrollo de un intercambio más activo entre Europa y Madeira. Yo había previsto estos resultados y por tanto le doy más significado a dos hechos: primero, la ausencia entre los fósiles de especies vivas europeas, con excepción de la H. lapicida en una isla, y segundo, la mayor afinidad entre las faunas antiguas entre sí en comparación con las faunas recientes de ambas islas.

De este modo, si no me equivoco, podrías reconciliar la migración de insectos que has señalado. Cierto es que la altura de las montañas debe haberse reducido si ha habido una extensa subsidencia en el período de existencia de esas especies. La geología establece grandes movimientos generales de elevación y hundimiento, que se extienden sobre amplias áreas, acompañados por oscilaciones subordinadas. En los dos últimos años,una isla de Nueva Zelanda se ha elevado y la isla sur se ha hundido 12 pies.

El doctor Hooker me dice que de los muchos miles de plantas del sudoeste de Australia, tan sólo las leguminosas son 800, casi todas difieren de las del sudeste. Los tramos intermedios son escasos y, como sé por las conchas fósiles de especies marinas que me han enviado, emergieron al final del Terciario o en el período posterior. No podemos comparar este fenómeno con la antigua unión de Madeira y Porto Santo, pero podemos compararlo con una supuesta unión a través una tierra baja intermedia, de algunos de los diversos grupos de islas atlánticas, las Azores y Madeira, o Madeira y las Canarias, y prueba que una duradera comunicación terrestre continua puede existir de manera consistente con una continua separación de las floras, incluso donde no se da una diferencia de latitud.  Quizá esta consideración pueda ayudarte  respecto a la migración de los coleópteros. La ocupación previa es evidentemente una poderosa barrera contra invasiones externas y casos como el reciente desarrollo del Aneris alcynostrum en esta isla son excepcionales. ¿Has visto ese prodigio? Hooker sugiere un extraño remedio para detener su alarmante velocidad de propagación, a saber, la introducción de nutrias marinas. He vuelto a examinar los huesos de lagarto, quizá pueda enseñárselos al profesor Owen.

Ojeando de nuevo tu extensa primera lista me temo que he omitido la H. compacta como especie común entre Madeira y Porto Santo, lo que elevaría la proporción de conchas comunes entre ambas islas al 5%, siendo comunes el 7% de las fósiles. La única concha que fue común a ambas y se extinguió en una de ellas es la H. bowditchiana, que junto con la H. punctulata, han desaparecido de Madeira. Todas las demás que se pueden ver en tu lista de fósiles que tuvieron su base a ambos lados del canal han mantenido su asentamiento. La H. cylichna es ahora la única especie común a ambas islas, hallada fósil solamente en Madeira, pero este es un hecho negativo. Puede que algún día se la encuentre fósil en Porto Santo.